No me gusta la cumbia.

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Quiero ser infiel. El deschave.

Abro los ojos, son las seis de la mañana. El perro de mierda que me despertó sigue ladrando. En el fondo es un perro de mierda muy bueno por que si no ladra no me despierto, si no me despierto llego tarde al trabajo, si llego tarde no me encuentro con la china. Aunque a veces es más mierda que bueno por que me despierta justo en la mitad de algún sueño que suele tener un alto grado de contenido sexual. Para variar.

Miro a mi derecha, mi esposa sigue durmiendo como una roca, cansada del polvo de la noche anterior, cansada y “con las piernas como gelatina” como ella me suele decir, relajada, tirada en la cama, con las piernas separadas y dobladas y el semen aun chorreando de su vagina. La miro, sonrío y me siento mas tranquilo. Acabo de limpiar no solo mis testículos, si no también mi alma de todos los culos y tetas que se cruzan en mi camino todo el santo día. Un desfile interminable de carne para todos los gustos que asalta mi cerebro para no salir más o solo salir cuando expulso un violento chorro de semen. Me duermo, tranquilo, aunque sea por unas horas.

El perro hijo de perra (nunca mejor dicho), sigue ladrando hasta la hora en que arranco el auto, que es cuando se calla y así se queda. Como contento de haberme botado de mi depa. Como contento de que haya dejado a mi bella esposa aun dormida en la king size que no se como chucha puede caber en esa habitación. En esa King size a la que solo se puede subir por el pie por que por los costado encaja con el ancho del cuarto. Capricho de mi esposa.

La Javier Prado es una Mierda (así, con “M”). Una arteria en la que ya no cabe mas sangre. Es increíble la cantidad de vehículos que avanzan elefantiásicamente por esa avenida ya colapsada. Debo salir mas temprano, siempre me digo. De vez en cuando alguna fenix con un buen culo se cruza en mi camino y ya esta, maldita sea, se me paró otra vez.

Dejo el auto en la cochera, subo a mi oficina, que es compartida con un equipo de gente que la verdad me llega al pincho. Un grupo de hipócritas, racistas, clasistas, que cree que ha llegado a los mas alto de su existencia por llevar en su billetera una tarjeta dorada de cualquier banco, trabajar en una transnacional, tener un fotocheck que así lo acredita y tener una Suzuki Vitara o una Toyota Rav4 en la cochera. Menuda fila de imbéciles lameculos y puñaleros. Menudo fila de lameculos y puñaleros de la cual formo parte ya que tengo una hipoteca que cumplir, un auto que pagar y una serie de gastos realmente estúpidos que me repito algún día dejaré. Menos mal que no tengo hijos.

Lo único bueno de la fila de imbéciles lameculos y puñaleros es que hay unos cuantos culos que, de hecho, me encantaría lamer y apuñalar con mi verga. La cual a estas alturas del día ya esta tiesa otra vez.

La recepcionista me saluda con una sonrisa, tiene una gran boca la muy pendeja, un par de labios carnosos de tendencias vaginales, rosaditos, juntito, como una chuchita estrechita. Sé de buena fuente que se la come un huevon casado del segundo piso. Que envidia carajo. En el ascensor me choco con la china que tiene uno de los culos más obscenos que he visto en mi vida. Un culo de dimensiones homéricas que contonea de manera descarada y asesina por toda la empresa. Un culo que de solo verlo te hace recordar lo pequeña que podría verse la pichula de Mandingo a lado de semejante fabrica de churros. Un culo que provoca no solo penetrar, ya que sería un desperdicio hacer solo eso, un culo que te invita a experimentar las leyes de la física con el. Es un culo que nunca se cae, a pesar de ser enorme no se ha chorreado y se mantiene firme, erecto, en constante señal de alerta, digno y altanero. En el ascensor pienso, con semejante bestia a mi lado, ¿que sería lo primero que haría si la dueña de ese batan me diera una señal?. Y la verdad, después de años de experiencia sexual con la mas vasta clase de culos, no lo he llegado a descifrar. Tal vez le haria un beso negro para el que me faltaria boca, o la atoraría ahi mismo aunque ese monumento a la caca puede robarme la mitad de la pichula. Abra que pensar la manera mas artística de comerse ese chancho. Ese culo es un reto, un reto hecho solo para los valientes, para aquellos mártires y suicidas que estarían dispuestos a morir de fatiga. Tremendo culo de pony carajo.

Tengo treinta años y desde que me casé siempre fui fiel, de eso hace tres años. Me casé por amor y sigo enamorado. Y no me he comido otra mujer que no sea mi mujer. Pero…teniendo esa rabadilla de dinosaurio a mi lado no se ya…no se que hacer…quiero ser infiel.