La hermana.

Breve el silencio que emana de su cuerpo antes de penetrarla. Tan breve como el gemido que brota de sus entrañas mientras siento la humedad de su sexo rozar contra mis ganas. Y mientras no hay pajarillos trinando, ni el sonido de las olas bramando, yo me encaramo sobre ella buscando su mirada fugitiva. Ella abre mas las piernas dándome la comodidad perfecta. El crujir del catre viejo excita mas cada movimiento, lo vuelve música mientras bailan sus pechos.
Solo hace dos horas leía el diario mientras ella paseaba su pequeño cuerpo frente a mí, en un breve short rojo, en un lindo polito sin mangas. Aunque no quería no podía evitar verla de reojo. Paseaba tranquila y de puntillas y yo miraba marcarse sus pantorrillas, y sus muslos por la parte de atrás. Y fue el destino el que jugó a favor, cuando observe el silencio y escuche la soledad del primer piso de esa enorme casa. Todos arriba, yo abandonado, ella paseando…y se sentó.
-¿Por qué no subes?-
- No me apetece, estoy leyendo-
- Siempre estás solo cuando vienes – resondrándome como niña compungida, cruzando las piernitas.
- Me gusta estar solo – mi mente empezó a maquinar iniquidades.
Ella sabe a lo que juega, no es ninguna niña aunque lo parezca, se levanta despacio, se sienta a mi lado. -¿Qué lees?-, acerca su carita a la mía, puedo sentir el olor de su piel recién bañada. Mi pene se erecta, listo para el duelo. – Que sapa eres – le recrimino sin darle mucha importancia. - ¿Quieres jugar?, pienso, empecemos a jugar.
-Ay que aburrido, leyendo deportes. Todos los hombres leen deportes- haciendo un puchero que le sale perfecto. No se ha movido, no se ha alejado, tampoco se ha acercado. Sigue ahí, a medio camino entre mi perdición y la suya. Siento el aire de su naricita sobre mi mano derecha, que sostiene el periódico. Ella ha empezado a leer también. De repente, llevado por una fiebre incandescente se me ocurre lo más parecido a ponerle el pene en su boca. Empiezo a mover mi pene allá bajo, haciéndolo palpitar suave primero, luego con virulencia. A ver qué pasa, ¿no?.
Y noto que ella se ha dado cuenta cuando es inevitable que no lo note. El Comercio empieza a saltar por la parte de abajo, aunque saltar sea superlativo, empieza a moverse discretamente, mejor dicho.
Y ella da un respingo, mira y me dice: -¿tu estas moviendo el periódico con tu barriga?-. Sonrío, - sí, pero no con mi barriga-, -¿con que entonces?-, agrega inocente y bien puta, con voz de niña traviesa.
Dejo el periódico a un lado, la miro, abro el cierre de mi pantalón, hago un lado el bóxer azul marino, mi verga se asoma. Ella lo mira, me mira, me dice – Wow, primera vez que veo un pene-, yo sonrío y pienso las peores cosas. Para que se “asombre” mas, meto mi mano y saco los huevos de adentro. Todo el escroto y su contenido quedan a merced de sus tristes ojos que se han abierto a la par de su linda boquita. Agarro su mano –acarícialo-, ella lo acaricia, - suave, pero duro -, suelta un sonrisa fingida, de esas rucasas que uno se comía cuando era adolescente. La agarro del mentón, la beso, la miro. –Ponlo en tu boquita-. Ella responde – ¿está limpia? – yo río suave, y le digo que si.
Ella lo mete en su boca, solo el glande, sonríe, tiene juguete nuevo. Lo vuelve a chupar despacito, y juega así durante buen rato mientras amasa mis bolas.
Ella hace una mueca sexy y le da un mordisco sin dejar de mirarme. Voltea la cabeza, empieza a mamar.
Sin más testigos que el silencio recuerdo cuando la conocí, tenia 18 y no sabía que estudiar. Me presentó a su enamorado imberbe y con cara de pajero, un muchacho que andaba con los pantalones debajo del culo y un polo tan ancho que parecía una falda. Alguna vez fuimos a bailar con su hermana, un año nuevo lejano. Me maravillaba del tiempo transcurrido y como nos habíamos vuelto cómplices sin habernos dado cuenta. Recordaba cuando ella se sentaba a preguntarme sobre guerras pasadas, escritores olvidados y poetas malditos. Por fin algunas aves trinaron y me relajaron, estaba tenso, alguien podría entrar y terminar mi existencia en ese momento. Luego las aves dejaron de trinar y solo escuche sus arcadas y su frenetismo. Se volvió loca, con sus manos pequeñas agarro mis pantorrillas y empezó a hacer fuerza hacia abajo, tragándola toda sin contemplaciones. No podía creerlo.
-¿Soy una puta?-me pregunta mirándome luego, con los ojos rojos e inyectados.
No sé que responderle, no sé que sigue en este juego. No logro encontrar la ficha que debo jugar. Si le digo que "si" tal vez se ofenda y se vaya. Si le digo que "no" tal vez se ofenda y se vaya. No sé lo que quieres escuchar a pesar de años conociéndola. Sin saber que responderle olvido por un momento a su hermana, aunque no se crea nunca deje de pensarla, y le digo que me encanta, que la quiero, y que me hace feliz tenerla sentado a mi lado mamándomela como una chica posesa. Ella sonríe, pasea mi glande por sus labios. Luego, siempre mirándome, abre la boca, me coge de la base del falo y empieza a tragar todo. No deja nunca de mirarme y voy sintiendo sus fauces. Su rostro se tensa, sus ojos se inyectan, pero sigue, siento sus amígdalas y veo, desde ese punto, sus pechos asomarse. Luego, mi pene bañado en saliva, me empieza a masturbar diciéndome que le gusto y que es la más puta de todas las hermanas. Regándome que no le diga a nadie, ni tonto que fuera, esto puede repetirse. Y no me quiero correr aún, pienso en poetas malditos, pienso en su hermana, pienso en mi su madre, en sus hermanos, cuando no aguanto más y ella lo nota, pone su rostro de costado para poder seguir mirándome, sobre mi regazo, yo echo mi pene dirigiéndolo hacia la entrada de su boca y brota el semen denso, difuso, blanco. Ella lo recibe, lo traga, me besa.
-No le dirás a mi hermana, ¿no?- pregunta mirándome asustada, desde abajo. Con esos ojos tristes que tanta ternura me dan.

-No mi amor, como se te ocurre. Si le digo me pide el divorcio. Ella sonríe, niña traviesa. Se pone de pie y se va.

3 Response to "La hermana."

  1. Isabel 16 de febrero de 2011, 13:33
    Uhmmm.. esta muy floja la entrega, sabe a cuando necesitas vanagloriarte.. pero no más, que lástima!
  2. Anónimo 4 de marzo de 2011, 23:11
    Parece un cuento de las petardas, deja de hacerte el garcia marquez erotico porfavor!!
  3. Anónimo 9 de marzo de 2011, 11:25
    Que lastima que borras mi comentario. Este cuento esta en los clasificados de las petardas!

    Dios se mas hombrecito y sobretodo deja de ser tan patetico de estarte inventando historias, parece que tu arrechura ya se te bajo y solo te tienes que conformar en ser un pobre tipito de clase media encerrado con su mujer, R I D I C U L O.

Publicar un comentario